sábado, 13 de septiembre de 2014

Amor sin verse

Por: Yael Atletl Bueno Rojas

Era como aquella mañana de otoño el la que sabía que moriría, una mañana que sucedería algún día. Pero no, no era la misma mañana aterradora e inevitable, esta mañana era diferente, algo en su cálido tono poco común anunciaba una buena noticia, un cambio positivo.
Y ahí estaba yo, parado en el jardín junto a mi árbol favorito, esperando a alguien, no sabía a quién, pero sabía que estaba esperando.
Este sueño era distinto, no era seco, frío e insonoro, a diferencia de la mayoría de mis sueños.
Se nubló mi vista y al despejarse vi por primera vez su rostro; no lo creía, era tan hermosa que quedé perplejo dentro de mi propia mente. Ella era tan hermosa e indescriptible, ni siquiera podía pensar de donde había salido tal belleza. Ahora mi impaciencia torturaba a mi mente. No quería saber más, preferí vivir el día en lugar de verlo acontecer.
Desperté como todas las mañanas, sabiendo gran parte de lo que me sucedería en el día, pero sin saber cómo, así que me levanté, me vestí, desayuné y fui directo para la escuela.
Entré a mi salón y tome las clases habituales, pasaron los primeros cuatro módulos y no la vi.Aún conservaba la esperanza de verla.
El receso fue la oportunidad perfecta para buscarla, caminé por cada sitio de la escuela, vigilando los más transitados; noté que todos me veían de forma extraña, como si estuviese loco, no me importó en lo absoluto.
Pronto me vi cansado y sin querer me paré a un lado de mi árbol favorito en medio del jardín de la escuela, cuando noté lo que sucedía eche una ligera carcajada y seguí buscando.
Pasó un buen rato después de que tocaran para entrar a clases y no había noticia alguna de ella, todo era vacío, aburrido y sin sentido para mí, sabía que la vería, pero la impaciencia es letal.
Repentinamente, la noticia más inusual posible, nos íbamos de visita a una escuela cercana por una exposición que haría. El recorrido fue eterno para una mente tan torturada como la mía. Cuando entre, alguien tocó mi hombro, era ella, No tuve tiempo de asimilar nuestra primera visualización cuando ella sonrió y me dijo:

-Te he estado esperando todo el día.