lunes, 7 de marzo de 2016

Miradas (Lo que pasa cuando sucede)


Podía sentir su lento respirar mover el aire alrededor mío, podía sentir el peso de su mirada en mí; siempre aplastante pero cálida.


En esos momentos podía sentir como me engullía el sonido de sus palabras, mientras el resto del mundo se deshacía a los costados y se reconstruía bajo nosotros. Las sensaciones más extrañas e indescriptibles se apoderaban de la situación.

Vehemente se levantaban las esperanzas que hace tanto se habían hecho polvo.
Ya no habían más límites, se había consumado el acto que tanto se había esperado; el cruce de las miradas jamás había sido tan perfecto.

Sin embargo la melodía se caía a pedazos mientras avanzaba la sinfonía; las palabras tenían un sentido distópico que perturbaba la realidad. Realidad que ya no se podía llamar real.

Sólo ilusiones y delirios, malentendidos enredados que daban pie a infortunadas confusiones. Todo lo que se divisaba a lo lejos era sólo la imagen de los miles de recuerdos pasando uno a uno frente a mí. Sonrisas que dejaban de tener sentido, imágenes mentales que se tornaban en contra mía sólo para recordarme lo que se había acabado, todas burlándose abiertamente de mí y de mi desgracia; incluso mi desgracia se burlaba de mí.

Podía sentir de un momento a otro como las olas de incertidumbre que me arrastraban a la orilla de la soledad cambiaban rumbo hacia los peñascos escabrosos de la locura. La marea se convertía en un torbellino que daba vueltas, amenazando en arrojarme a cualquier lado, no podía hacer más. Estaba a la deriva, sin remos ni vela.

Y sucedió. Caí en la suave arena. Pero no la tragué como la última vez.
La abracé con toda mi alma y la aprecié por existir, para dar reposo más que para dar exilio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario