jueves, 17 de abril de 2014

iPon-3

Os traje Dubstep Madafakas!
https://soundcloud.com/djpon3official/ipon-3

Gameeees

Bueno, como se habrán dado cuenta, estos días he estado de loco escribiendo y por el momento, después de tanto escribir terror, subiré un poco de cosas de juegos...

lunes, 14 de abril de 2014

Notas de un asesino.

Era un día cualquiera en la prisión federal No.12.
Los presos se comportaban como tal, llevaban a cabo las actividades que les correspondían, las que se les antojaban.
Todo era normal hasta que llego aquel tipo a mi celda. Jamás lo vi llegar, cuando regresé de ejercitarme ahí estaba él.
Era un Joven, dieciocho años de edad máximo. Su cara denotaba cierta tristeza y amargura, causaba pena verle. No tenía cara de asesino. Su vestimenta, por otro lado, era algo excéntrica, parecía uno de esos detectives encapuchados, no sé ni cómo lo dejaron entrar con tanta cosa encima, llevaba un sombrero negro y un saco que le llegaba hasta las pantorrillas.
Me senté a su lado y como buen asesino que fui, le pregunté por sus delitos para saber si era de los míos o no.
Se paró inmediatamente. Su expresión cambió, todo aquel empeño de mostrarse triste se había ido. Ahora veía una cara distinta.
Me vio directamente, sus ojos parecían ser los de un lunático, tratando de ver a través de mí como si yo no estuviera.
Pronunció de manera placentera los acontecimientos….
“Yo tenía un amigo… un amigo nunca me olvidaré… él no sabe dónde estoy ahora… pero se enterará más tarde…
Yo era normal, una persona común, no tenía grandes planes para el futuro ni nada por el estilo…
Yo pensaba que el día era mejor que la noche…
Hasta que ese amigo me hizo un trato.
Me ofreció tres mil quinientos cuarenta para vigilar a un amigo de su novia, del cual tenía celos…
…al principio fue algo difícil. Pero tras unos días de entrenamiento me convertí en una sombra andante… podía seguirlo a donde se me placiera… y el jamás se enteraba.
Un día mi amigo llegó muy triste a la uni… temía que su novia estuviera con “su amiguito”. Así que fui, me escabullí entre la gente y me preparé para cualquier cosa que viese. Ya me sabía su rutina. Aunque nunca había hecho nada con la novia de mi amigo, siempre quise asegurarme de que no estuviera triste, porque cuando alguien está triste me entristezco yo…
… y entonces lo seguí. Los había encontrado en el parque. Repentinamente se fueron. Los seguí hasta un callejón vacío, él la tomo de los brazos. La estaba obligando… y pensé en ayudarla. Me cubrí el rostro con un pañuelo viejo y tomé una botella del piso. Salí, me dejé ver. Y fue entonces cuando él la soltó. Y ella no hizo nada. Sólo sonrió de forma maquiavélica, ¡Me habían tendido una trampa! ¡Maldita zorra!
¡En mis cuatro años que llevo de detective privado nadie me ha vuelto a descubrir! ¡Sólo ese maldito idiota y su estúpida amiga!
Pero la historia no acaba ahí obviamente…
Yo sabía que ella engañaba a mi amigo.
Pero mi misión era cuidarla, así que hice lo único que pude.
Hui,  subí por la herrería de una casa y me escapé por los tejados.
A la noche siguiente, yo iba preparado. Me había puesto esta gabardina negra y este mismo sombrero… pero esa vez me llevé el arma de mi tío. Estaba dispuesto a hacer todo para evitar alguna alarma.
Él estaba caminando solo de regreso a casa, por el camino de siempre. Así que lo esperé en un pequeño callejón por el que siempre pasaba sin miramientos.
Pasó de largo, lo seguí, me acerque a él  y le puse el arma en la cabeza. Lo conduje hasta el callejón y ahí mismo le dije:
-Te lo diré en tu idioma. No te quieras pasar de listo cabrón. Mira, haremos algo, tú le dices a tu amiguita que yo te seguía por las broncas que tienes con la otra banda y haces que se olvide del asunto. ¿Por qué no decirle lo que estoy haciendo? A mí me pagan por seguirte y para no ser descubierto, así que si tú haces que me descubran me voy a quedar sin chamba. Y sin chamba ya no me importa que estés vivo….
Ah y otra cosa, si vuelves a intentar pillarme, si vas de marica a acusarte con la policía; si intentas hacerle algo o si ella le dice algo a su novio y me despide, piénsate muerto.
Y entonces, como se solía decir; vas a estar bien pinche muerto nene.
No te voltees. Acuéstate. Eso. Ahora, recuerda el trato, si tu abres el hocico terminarás en una fosa común, ¿Cámara?-
Y así lo dejé.  Tumbado en el piso del callejón.
Días más tarde, él fue a decirle a la policía que había un lunático persiguiéndolo. Fui acechado dos días. Pero finalmente cumplí mi promesa.
Era un día como cualquier otro, él estaba más tranquilo, pensó que la policía me había asustado y yo había huido del país o algo así.
Lo quería muerto. Pero quería ver su rostro al morir, así que opté por hacer todo más placentero; entré a su casa por aquella ventana que siempre deja mal cerrada, lo suficiente como para que un ladrón piense que está cerrada pero no lo suficiente como para que no se abra.
Mi arma estaba lista, la bala estaba enrollada en papel para que el arma no fuese identificada y el silenciador estaba en perfectas condiciones.  Esperé a que entrara en su cuarto. Al cabo de un tiempo se adentró en la recámara a obscuras, y prendí la luz. Deje que viera mi rostro, mi mano empuñando el arma. Se quedó inmóvil y cerró los ojos. Disparé. Un tiro perfecto, justo al centro de la frente, le quitó la vida en un segundo. La sangre despedida por la bala se había impregnado en el espejo y la bala se hallaba en el suelo, justo a un lado del cadáver. Tomé la bala en todo caso.
No quería dejar rastros, así que tomé un tanque de gas de la cocina y lo arrastré hasta el cuarto.  Salí por la ventana. Tomé mi arma y le disparé al tanque de gas desde la azotea del edificio de enfrente. En ese momento entraban dos personas. Mi amigo y su novia.
La explosión los deshizo. Yo mismo me arrepentía de mis actos.
Pero tuve que seguir adelante pese a todas las adversidades.
Y ahora… estoy aquí.  Pero no porque la policía me haya arrestado. Si no porque vengo a hacer limpieza del lugar. Vine a hacerle paso a un amigo.
Y si no te importa… voy a trabajar.”
En ese momento me golpeó en la cabeza y me ató de manos y pies. Dos tipos pasaron con sus cuernos de chivo a abrirle la celda al encapuchado.
Pasó un policía frente a la reja. Ese tipo le disparó en la cabeza y tomó las llaves y su arma. Pronto empezaron más tiros. Pude ver como tiroteaban a todos en las celdas, a los policías. Era un mar de sangre.
Después de unas dos horas cesaron los disparos.
Ahora llegaba el encapuchado y un tipo con la cara quemada. El encapuchado me soltó y el de la cara quemada me dio un cuerno de chivo. Y sin soltarlo me dijo. “¿Te vienes o te rajas?”
Justo ahora voy en camino a convertirme en parte de una fosa común.  Mi sangre se unió con la sangre de toda la prisión. 
Y no fue porque el tipo se rajara, que de hecho no lo hizo, sino porque tardó mucho en contestar.