jueves, 27 de julio de 2017

De aquellas sombras

En ocasiones, cuando me privo de la luz que hace posible la mirada, suelo ver las cosas más nítidas del mundo, con mis ojos bien abiertos veo caleidoscopios de rostros carcajeándose y burlándose, espirales de cristales azules que parecieran querer acariciar mi piel con delicadas caricias; pero de un momento a otro se transforman en negras y rojas púas cuyo afán es rasgar mi piel.

Es entonces cuando veo los acertijos que las calles suelen susurrar, encrucijados laberintos de luces que piensan que voy a huir. Las palabras que se forman en las gotas que caen del cabello de alguna persona que ha estado corriendo en la lluvia, cuyo cuerpo se conforma únicamente de los peatones que siguen todos un mismo camino; parado únicamente con un pie en la acera de concreto caliente, que deja en vapor a la gota que intenta apaciguarle.

Sigo el vapor con la mirada que no ve nada y contemplo las mil y un sonrisas sin ojos que aparecen y desaparecen ante mí, un auténtico desfile de perlas blancas burlonas, que de momento dejan la escena para darle paso a un sin fin de ojos que clavan su mirada en mis entrañas, queriendo descifrarme, cada uno por su propia cuenta y con sus propios métodos, pero todos al mismo tiempo; me juzgan, me leen línea por línea, releyendo entre líneas para ver si encuentran algo que les diga que encontrarán lo que buscan.

Es entonces cuando veo las luces de neón que alumbraban mi camino volverse frías esferas rojas de piedra, cuyo brillo inexplicable me produce mareos. Sólo en ese momento logro comprender que los ojos siguen ahí con todo y sus sonrisas, se mofan de mí y de lo que han hallado.

Callo. No hay más opción. No puedes razón con las criaturas que viven en la penumbra absoluta.

Entre las risas inaudibles y las paredes de tiniebla, logro ver los agujeros en el techo, las luces que se cuelan en la delgada capa que separa el exilio de mi sentido de la extraña realidad, empiezan dos, pero a cada momento proliferan como si alguien hubiese aventado estrellas a mis ojos. Pero lo compruebo, sólo están en mis ojos.